La hipocondría
Quizás muchas personas han tenido alguna vez la experiencia de temer que algo horrible les está sucediendo o les va a suceder ante un dolor o molestia en alguna parte del cuerpo que no saben explicar. 'Me duele la cabeza…y si fuera un tumor?' 'Hace días que noto punzadas en el costado izquierdo…no será un infarto?'
La cuestión es que si bien este tipo de pensamientos puede ser habitual, y seguro que a más de uno/a nos ha pasado por la cabeza, puede suponer un problema si en vez de dejarlos pasar los escuchamos, los alimentamos, y actuamos. Veamos qué quiero decir.
Nuestra mente es una fábrica de posibles ‘y si…?’, algo así como un cielo con nubes, muchas nubes, que pasan rápido, algunas blancas, otras grises, otras negras…Podemos dejar pasar las nubes, o podemos poner toda nuestra energía en esa nube. Si hacemos esto estamos escuchando el pensamiento, alimentándolo y, en consecuencia, haciéndolo más grande y más poderoso.
La preocupación por la salud puede llegar a ocupar toda nuestra mente (y nuestro día a día).
Alimentar el pensamiento acerca de que algo malo tengo, o algo malo me va a suceder, tiene consecuencias en nuestro estado de ánimo, nos hace sentir más y más ansiosos, más y más miedosos. Entonces, y para poder calmar dicha preocupación, dicho miedo, hacemos cosas como estar muy atentos a cualquier síntoma en nuestro cuerpo (temblor, palpitación, dolor, presión…) que confirme que tenemos un problema de salud, buscar por internet información acerca de nuestra supuesta enfermedad, buscar a otras personas que nos aseguren que no nos pasa nada malo, o acudir al médico para confirmar que efectivamente no tenemos ningún problema.
El problema viene cuando la hipervigilancia
(que así se llama el mirar con lupa nuestro cuerpo, estar atento a la más mínima señal de dolor o molestia) nos mantiene en un nivel de alerta y activación tal que nos sentimos nerviosos. Y la misma ansiedad hace que tengamos síntomas como palpitaciones, temblores o sudores. Es decir, nosotros mismos con nuestra hipervigilancia y nuestro estado de alerta acabamos provocándonos síntomas en el cuerpo que precisamente queríamos controlar con nuestro chequeo.
La búsqueda de información por internet es algo así como una nube más, dado que la información que podemos encontrar no siempre es fiable, y puede alimentar todavía más el miedo y la preocupación por nuestra salud.
Buscar a otras personas que nos digan que todo está bien, o acudir al médico y que nos confirme que no tenemos nada malo, nos tranquiliza un poco, pero es sólo temporal, porque la persona que tiene esta preocupación excesiva por la salud, este miedo a enfermar, busca enseguida un ‘y si…’ para seguir enganchada a esta cadena de nubes grises de dudas y miedo.
Las personas con hipocondría, término con el que se conoce esta preocupación excesiva acerca de la salud y la enfermedad, sufren muchísimo dado que, en el fondo, se trata de un miedo que escapa a su control y que tiene que ver justamente con no poder controlar lo que les sucede. Detrás de estos miedos y preocupaciones hay, en muchos casos, la necesidad de control, y el miedo a sufrir y/o a morir.
En el siguiente post hablaré de los factores que intervienen en la hipocondría, y que influyen tanto en su génesis como en el mantenimiento del problema. Es importante atender a todos los factores que influyen en cada caso, porque serán esos factores los que nos den pistas acerca de cómo abordar el problema en terapia para poder aliviar el sufrimiento y malestar de la persona.
Si te identificas con lo que he descrito en este post es importante que sepas que lo que te pasa se puede aprender a gestionar, a manejar para que no te cause tanto malestar ni ocupe tanto espacio en tu vida. Si necesitas ayuda para aprender a gestionarlo puedes llamarme o escribirme y te acompañaré gustosa en este camino.